La inspiración de este post tiene que ver con una tendencia: el uso de las plumas en la bijoutería, los tocados, las carterras...
Aquí, las plumas son el adorno infaltable en la indumentaria del carnaval, son su marca distintiva, porque el arte plumario fue en Latinoamérica una de las manifestaciones artísticas más destacadas de sus pueblos originarios. Sedujo tanto a los conquistadores, que Colón llevó al rey de España el tocado de Moctezuma, con su penacho verde de plumas de quetzal como muestra de las exóticas riquezas halladas aquí.
En estas tierras los tocados era parte de la vida ceremonial, guerrera y cotidiana, y mucho de la indumentaria y los objetos tenían plumas: capas, abanicos, muñequeras, tobilleras, escudos, penachos...
Las piezas más llamativas son aquellas donde las plumas cubren enormes superficies como si fueran pinceladas, unidas una a una con un mucílago invisible y muy fuerte extraído de los tallos de las orquídeas, planta que es abundante en la flora autóctona tropical americana. Las plumas se eran las que los pájaros perdían al cambiarlas, o de los pájaros muertos, sin jamás dañar a uno para obtenerlas.
Cuando el arte plumario se hizo mestizo, dió vuelo a las imágenes religiosas católicas, coloreando múltiples lienzos confeccionados para las iglesias que se erigían en la nueva tierra.
En los últimos años, el arte plumario ha sido reconocido como una delicada manifestación cultural de los antiguos pobladores de esta tierra. Uno de los impulsores más entusiastas ha sido el pintor y coleccionista argentino Nicolás García Uriburu, quien tiene un museo dedicado al arte autóctono latinoamericano.
Será por esa larga tradición que las piezas actuales de plumas son muy, muy chic. Pero esto, lo verás en otro post.
Aquí, las plumas son el adorno infaltable en la indumentaria del carnaval, son su marca distintiva, porque el arte plumario fue en Latinoamérica una de las manifestaciones artísticas más destacadas de sus pueblos originarios. Sedujo tanto a los conquistadores, que Colón llevó al rey de España el tocado de Moctezuma, con su penacho verde de plumas de quetzal como muestra de las exóticas riquezas halladas aquí.
Penacho de Moctezuma
En estas tierras los tocados era parte de la vida ceremonial, guerrera y cotidiana, y mucho de la indumentaria y los objetos tenían plumas: capas, abanicos, muñequeras, tobilleras, escudos, penachos...
Las piezas más llamativas son aquellas donde las plumas cubren enormes superficies como si fueran pinceladas, unidas una a una con un mucílago invisible y muy fuerte extraído de los tallos de las orquídeas, planta que es abundante en la flora autóctona tropical americana. Las plumas se eran las que los pájaros perdían al cambiarlas, o de los pájaros muertos, sin jamás dañar a uno para obtenerlas.
Cuando el arte plumario se hizo mestizo, dió vuelo a las imágenes religiosas católicas, coloreando múltiples lienzos confeccionados para las iglesias que se erigían en la nueva tierra.
En los últimos años, el arte plumario ha sido reconocido como una delicada manifestación cultural de los antiguos pobladores de esta tierra. Uno de los impulsores más entusiastas ha sido el pintor y coleccionista argentino Nicolás García Uriburu, quien tiene un museo dedicado al arte autóctono latinoamericano.
Fundación García Uriburu
Será por esa larga tradición que las piezas actuales de plumas son muy, muy chic. Pero esto, lo verás en otro post.
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