domingo, 29 de abril de 2012

Naturaleza sutil en los tocados Kanzashi


De gran belleza, sutiles y maravillosos hay unos tocados femeninos que denotan amor a la naturaleza: los japoneses.
Esta detective del estilo local y la diseñadora deben admitir y confesar: como a muchísimos argentinos y argentinas, la cultura japonesa ejerce sobre la nuestra una atracción especial. En estas tierras antípodas somos fanáticos de los animés, el sushi, los bonsai, la literatura, la pintura japonesa y vaya a saber cuantas cosas más. Pero la cosa es mutua y con el amor japonés por el tango ya nos alcanza.
Ahora sí, los "kanzashi" son antiguos ornamentos para el pelo de la cultura Edo, cuando las manufacturas japonesas se hicieron muy refinadas. Se usan en los peinados más tradicionales e icónicos del Japón que todavía llevan las novias, las geishas, las mujeres para la ceremonia del té, las adeptas al arte de la ikebana, y otras que usan alguno de sus adornos como un toque delicado en su arreglo cotidiano.


Declarado arte en 1982, la confección de estos maravillosos arreglos no sólo requiere paciencia y mucha pericia técnica sino un depurado sentido estético en el manejo del color y del espacio. Tanto, que su aprendizaje lleva entre cinco y diez años.


El arte del "kanzashi" incluye la confección de flores, casacadas y pájaros. Estos de hacen con pequeños cuadrados de seda a veces teñidos ad-hoc y plegados entre los dedos como pétalos con ayuda de una pinza, luego pegados con almidón de arroz sobre bases con distintas formas para obtener las texturas de pétalos, plumajes u hojas.


Cada artesano los compone de acuerdo a su gusto, pero hay algunos que realmente merecen el nombre de artistas.
aunque la seda no es el único material empleado.
Estos sofisticados tocados incluyen otros materiales preciosos y semipreciosos como oro y plata, carey, marfil, madreperla...




Los kanzashi básicos son:


Kogai: pequeñas "espadas" o varas de carey, cerámicos o metal.



Kushi: peines redondeados de carey o madera laqueada con madreperla o metales dorados

Kushi de madera laqueada en oro, período Edo.

Kanoko Dome: accesorios sobrecargados de joyas de oro, plata, jade, coral, perlas y piedras semipreciosas.


Ogi: horquilla de la que pende un abanico metálico.

Tachibana: grandes flores de seda.



Las keiko ( aspirantes a geisha) son las que más tachibana usan en sus kanzashi.

Bira-bira: mariposas de piedras y metales preciosos






No importa de qué material fueran ¿no es cierto que son una verdadera joya?
Si querés más cliqueá una colección de bellezas kanzashi 



jueves, 26 de abril de 2012

Acccesorios de alta fiesta con bajo presupuesto



"El sábado tengo alta fiesta y no sé qué ponerme" no es una frase original. La pensamos, la padecemos, la repetimos y damos vuelta el armario una y otra vez sin encontrar nada que nos salve. Entonces salimos a los apurones, buscamos "el" vestido, o "los" accesorios, y nos convencemos (sino sería imposible salir) de que estamos divinas. Pero... ¿era necesario invertir tantas energías y dinero? Aquí van algunos tips reconfortantes. O por lo menos, te darán alguna idea para que deslumbres a todo el planeta sin que te afee el mal humor ni desfondar tu tarjeta de crédito.


Solución demasiado costosa, ¿no?
Pasemos a la siguiente.


Una vincha con algunas piedras de strass ya cambia tu look.


Un lazo que marca la cintura, un collar de perlas que se enrolla como una pulsera junto a otra del color elegido como contraste y un clutch readaptan perfectamente este vestido de encaje color hueso a una salida super elegante.



Sencillito sencillito, pero muy efectivo:
cinta-gargantilla con falsa perla pendiente 
sobre este pequeño vestidito negro en estilo vintage.

Terciopelo negro y metal dorado: un must fácil para un armario clásico.

 El cinturón de strass transforma radicalmente este práctico y callejero LBD 
 

Un broche brillante que bordea el escote es una variante apta para vestido o blusa.
 
 

Alternativa para capturar miradas y deseos:
larga abotonadura con destellos y nuca y orejas sensualísimas
con un arreglo de vincha, peineta y aros a juego.
No te dejará pasar desapercibida ni siquiera cuando te vas.


Estrategia barata y llena de astucia fácilmente reproducible: si no tenés una blusa tan linda como esta, podés improvisar sobre una falda o pantalón apropiados algún swetter cuya abotonadura quede abierta en la espalda dejando caer allí lánguidamente alguna joya vistosa que genere el plus de deseo que buscas.

 

lunes, 23 de abril de 2012

La joyería contemporánea... es joyería?

Tradicionalmente, la joyería se reserva junto al valor artístico, el valor económico de los materiales que emplea en la confección de la pieza. A veces, este es el único valor que exhibe. Es una distinción clásica y también objetable entre joyería y bijoutería.
Por el escaso valor económico de algunas de sus piezas, la joyería contemporánea se presenta a veces como un territorio intermedio. Pero no.
La zona en la que ésta joyería se desarrolla se desprende del valor monetario para relacionarse con la experimentación, la creatividad, el borramiento de ciertos límites, la deconstrucción, la superposición y la mezcla. Su contemporaneidad implica una fuerte alusión al concepto, el mensaje y cómo lo comunica. Por eso también se la llama joyería "de autor".
Aunque hay algo más a tener en cuenta. No es difícil escuchar de algún elemento natural  o alguna obra arquitectónica o hallazgo arqueológico que "es una joya". Es una joya por la sensibilidad que despierta, por su gran hermosura, por su delicadeza o por la minuciosidad del trabajo que encierra.

Aude Tahon, hilo. Anillos


John Svenja, plástico. Pulseras 



Alidra Alic, porcelana. Anillos


Nel Ilsen, papel. Collar


Doris Betz, chapa metálica. Collar


Sayumi, broche. Papel e hilo. 


Seulgi Kwon, broche. Silicona

Por los colores, materiales y formas, habrán notado que la joyería contemporánea nada tiene que ver con lo prohibido: admite todos los materiales, los colores y las técnicas para modificarlos. Y no desprecia la joyería tradicional que combina con astucia, por ejemplo en aquellas partes en que la joya se conecta con el cuerpo. Para mí, su condición principal y que nunca pierde es su intensa vocación lúdica. Ese es, creo, su mayor deleite y valor.

jueves, 19 de abril de 2012

Dulces collares con... lazo!

Ya no se trata de un simple moñito: una cinta serpentea e imprime formas orgánicas para atemperar la densidad de la piedra. O suaviza la rígida geometría del cristal. O aligera la aristocracia de las perlas.
Terciopelo, organza, raso, seda, gros o cuero aportan acariciantes texturas y ese contraste necesario de lo que en vez de brillar, absorbe la luz.
Hace pocos años la Casa Lanvin inició esta tendencia, que aligeró unos pesados y coloridos collares bib; como verás a continuación, la tendencia logró imponerse y hacerse moda.


El famoso bib rosado de Lanvin, con ese toque moderno y decontracté de la popular cinta.



   Casi un accesorio de robot, si no fuera por esa delicada cinta que sostiene los metálicos y fríos abalorios con intangible firmeza.

Asimétrico, imprevisible e irreverente collar de perlas y seda. También de Lanvin.



El riesgo de este collar es la cinta que colorea y unifica de un modo diferente cadenas doradas y strass plateado.



Un exquisito modelo donde la organza forma la cuerda que sostiene un gran dije central de cristales tejidos, por Valentino.


Aquí, las formas orgánicas de la naturaleza se sostienen en la delantera con un moño-bijoux, mientras en la parte posterior otro de seda le hace juego. De Sonia Ryquiel.
  



La pareja india Sachin + Babi diseñaron este collar cuyo lazo se prolonga para enhebrar gruesas cadenas doradas. A modo de síntesis, el ramillete asimétrico tiene elementos textiles, metal y perlas.  


Strass, cordón de pasamanería, y lazos rosados
dispersos juguetonamente en la pechera de este innovador bib.



Otro collar de strass y múltiples lacitos.
  


 Para las más audaces, que siempre marcan tendencia, este Lanvin de unas pocas perlas gigantes 
cuyo lazo es más que  desestructurado.




lunes, 16 de abril de 2012

Mega peinetones rioplatenses versión Pablo Ramirez.


Aquí no se usó sombrero: las damas usaban sus cabellos recogidos con hermosas cintas, flores, pinches... y compitieron en cuanto al ancho de las peinetas que sostenían sus mantillas, jubones y rebozos: cómo se cubrieran la cabeza era cuestión de clase social.


Antiguo peinetón de carey



Según las crónicas virreinales llegaron a medir hasta 1.20 m. de ancho, y los chistes del momento lo muestran desmedido. Lo cierto es que hubo una tendencia que distinguió entre las peinetas latinoamericanas, los mega peinetones rioplatenses

Casi vintage: cuatro formas de llevar peinetón y rebozo.

Habían llegado a América con los españoles, pero hacia 1823 se establecen en Buenos Aires cuatro fabricantes. El más hábil de ellos, y de lejos el mejor comerciante fué Manuel Masculino, autor de  peinetas que me arriesgaría a afirmar las "más anchas del mundo".
Labradas en una sola pieza de caparazón de tortuga, o sobre ostras gigantes o en falso carey o plata, y con incrustaciones de piedras semipreciosas o nácar, los prestigiosos peinetones llegaron al máximo de su esplendor durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, alrededor de 1830 y por cuarenta años más.


Pintura que muestra cómo se componía un estético tocado con peinetón y mantilla.

El color insignia de su gobierno, el rojo, se llevó al lado en forma de moño o flores, como se ve aquí.
Los peinetones llevaron incluso consignas políticas a favor o el retrato del gobernador, de manera que cuando éste cayó, se hicieron demodée y rápidamente pasaron " a retiro".


Esa es la historia. Hasta que al cierre del último Bafweek 2012, vino el esperado desfile del argentino Pablo Ramirez, un diseñador que logró transformar la identidad de Buenos Aires en tendencia y moda urbana mediante el reconocimiento de nuestras influencias y costumbres. Su inspiración esta en el gaucho, el tango, el Buenos Aires colonial y las corrientes migratorias que poblaron estas tierras durante el siglo pasado.


Sorprendió esta vez con influencias flamencas, gallegas y de las corridas de toros, y por supuesto, el peinetón, que fue tendencia en la Buenos Aires colonial, volvió con gloria a la pasarela.


Porque convengamos que estas modelos estan super glamorosas con peinetón, mantilla y guantes de cuero.