viernes, 9 de marzo de 2012

Los aros tipo argolla de la temporada en Baires...

¿... porqué son tan horribles?
Como sigo enferma, mis energías están muy bajas y todavía no puedo ni asomar la nariz, he decidido apelar a mi memoria visual para escribir este post.
Anclada en Buenos Aires toooodo este verano, no he podido dejar de percibir los gigantescos chapones con maderitas, cintas, plumas o cuentas plásticas en colores estridentes combinados en forma... en forma... Bué, mamá hubiera dicho "kitch". 
Además de las combinaciones estrambóticas que no salen de la clásica argolla grande, pareciera que se agotó la imaginación. A lo sumo tienen como variante ocasional otra argolla subsidiaria de la primera, que hasta puede tener una hilera de bolitas o plumas teñidas colgando... no hay otra cosa a precios populares.
Sino, cambian el motivo de una flor por el de una mariposa. Pero el patrón básico es siempre el mismo.
Fuera de eso, que se ve en la calle, en las tiendas y en el más pequeño rincón donde quepa un exhibidor, no hay otra cosa que no sean las acostumbradas "chinerías" (no es un eufemismo), o los pendientes formados por dos piedras semipreciosas bastante contrastantes. Luego: cero, el desierto.
Por si no me creen, como ejemplo adjunto alguna fotografía, aunque en este caso voy a atenerme estrictamente a un dicho de mi abuela: "para muestra basta un botón"

Suficiente por hoy, ¿no?
Obviamente, este post es producto de la desesperación.

miércoles, 29 de febrero de 2012

El glamour antes del glamour de la Marquesa Casati





Pintada por August Edwin John, 1919

Fue una irreverente y excéntrica millonaria. Se dedicó a dilapidar la mayor fortuna textil de Italia. Para fascinar. Y también, para hacerse célebre. ¿O fue una artista maldita, arte hecho cuerpo viviente y vanguardista performer?

"Reina de la noche" Vestido de León Bakst, 1922
Todo eso junto y más. ¡Ella sí tuvo estilo! ¡Y de qué nivel! Un estilo un tanto bizarro pero altamente impactante: solía pasear en góndola por los canales de Venecia con una víbora enroscada al cuello a modo de collar, llevar disfraces con tecnología incluída (como aquel de San Sebastián que debía encenderse como las estrellas y le provocó una enorme descarga eléctrica), o caminar por los jardines de su Villa sobre el Canal Grande acompañada por dos magníficos leopardos. ¡Ella sí sabía cómo llamar la atención!




Pintada por Paget-fredericks, 1920



Fotografiada por Man Ray, 1935

Si el glamour hubiera sido mercantilizable como ahora, ella habría tenido el monopolio.
Y de algún modo lo creó. Porque aunque no se lo podamos medir por metros de celuloide ni de papel revista impreso, se las ingenió para ser la musa inspiradora de todos los artistas de la época y una de las mujeres más pintadas en la historia del arte.


Vestida por Jean Poiret. 1913



Pintada por Giovani Boldini, 1911-1915

Claro que corrían los años ´20 y el mundo todavía no estaba bajo el poder de los medios masivos de comunicación. Pero fue la década de los escándalos... ¡y vaya si Louisa Casati escandalizó! Fue la más audaz y excéntrica de todas las mujeres que hicieron lo que les dió la gana.


Fotografiada por Adolph De Meyer, 1912

Contaba con el enorme atractivo de unos ojos inmensos y verdes en contraste de su roja cabellera. Pero su mayor talento fué hacerse célebre mediante el arte, a cualquier precio. Desde crear con los típicos flecos del Charleston un vestido que semejaba a una fuente surgente, hasta transformarse en la más irreverente flapper capaz de organizar las fiestas más descontroladas de su tiempo.



Además de su pertenencia a la adinerada nobleza europea, los años 20 y los que siguieron le dieron oportunidad para escandalizar siempre. Y ella los aprovechó. Capaz de cosas increíbles, aunque la palabra glamour no se usara todavía, su brillo jamás decayó.


Pintada por Giullio de Blass, 1913

Todos los ítems de la moda liberal de los años 20 estaban presentes en ella, y más: su actitud descarriada y su abuso de collares, perlas y accesorios para lograr la imagen soñada: una imagen para los escenarios, las fotografías, y las fiestas privadas: a la medida de la imaginación más voraz.


¿No creen que fue ella quien a fuerza de atrevida inventó esa atractiva notoriedad que se llama glamour?

miércoles, 22 de febrero de 2012

Para lucir como una princesa el escote statement


Con reminiscencias de diva, el escote "palabra de honor" o "statement" es el mejor para verte glamorosa con muy poco. De hecho, es el preferido para un vestido de boda.
Aunque es sumamente versátil, no importa que busto tengas.


Este "collar de perro" en cristal da luz y textura junto al largo rosa-shocking ultrasencillo del vestido.


Sin breteles, ni por delante ni por detrás, no es exactamente un atrevido strapless: es más alto, se lleva siempre con sostén y debe ajustarse muy bien al contorno del talle.
Suele ser el elegido cuando hay que estar muy femenina, elegante y discreta, con un estilo depurado y sensual. Su corte neto, horizontal y no más allá de tres o cuatro dedos por debajo de la clavícula, realza el busto, destaca el pecho, remarca los hombros y afina y alarga el cuello dejando la espalda al descubierto.


Un sencillo vestido de noche con este escote puede transformarse radicalmente según los accesorios que lo acompañen. Ya ves cómo un delgado collar tipo franja o egipcio y unos pendientes no demasiado grandes lo transforman en un espectacular vestido de cóctel o para una recepción.


¿Atrevido? Quizás. Este bib de Christian Lacroix es lo suficientemente interesante como para llevarte al top de los statement, de las atrevidas, de las imprevisibles... ¡Elegís vos! 
¿Y cómo te ves con este precioso cuellito metálico "cerrando" un vestido statement, como una las últimas propuestas tendencieras, para una elegante salida informal?

Aquí el cuellito está hecho en cristales color rubí, algo mucho más suntuoso y sugestivo. pese a que conserva un toque infantil.

El escote "palabra de honor" es ideal para llevar con cabello recogido y destacar el collar, desde aquel que apenas sobrepase la línea del cuello, en el largo conocido como "Princesa" (entre 45 y 50 cm.) y aros pegados a las orejas, al torzade, los cuellos, los franja... incluso el voluminoso e imaginativo collar bib, que lleva el nombre statement, le hace un acompañamiento sensacional... ¡O sin collar y con fabulosos aros chandelier!


Un delicado y corto "palabra de honor" en tonos nude, con una collar de una vuelta ( largo matineé) en la gama, aggiornado por el corte de pelo y el desenfado de la modelo. 



Otro arreglo juvenil, con un bib muy moderno y en materiales no convencionales, como recortes geométricos de cuero.

No importa la edad, si tenes una fiesta y un hermoso collar, un vestido sencillo y no tan oneroso con este escote perfecto es la mejor inversión para que te vean como a una princesa.

Y si no tenés una fiesta, pero sí un muy lindo o vistoso collar, también. ¿Porqué no? Finalmente, la imginación hace que siempre podamos volver a lo que nos va mejor.