La historia parece de Perogrullo pero ocurrió en la Europa de entre guerras. Apenas salida de la adolescencia, del orfelinato, Gabrielle Chanel se tenía a sí misma, con sus dos manos y algunos conocimientos de costura impartidos por las monjas. Comenzó a hacer sombreros y al poco tiempo sus clientas eran las más adineradas. Por necesidad, por instinto y quizás porque sabía lo que era estar desamparada, fue inventando una moda acorde a las nuevas necesidades sociales de sus congéneres: mujeres que de buenas a primeras y casi sin pensarlo salían del claustro doméstico a trabajar, a reparar motores y fábricas porque los hombres o no habían vuelto de la guerra o iban de nuevo hacia ella.
Cocó les dió las alas que necesitaban: las liberó de la ropa ajustada, les puso lo que había de cómodo en el ropero, camisa, traje sastre, pantalones... dejó sus manos libres colgando sus carteras a los hombros, y por sobre todo, las hizo sentir bellas y seguras.
Gabrielle Chanel, la huerfanita que mendigaba cariño, la última entre todas, en vez de legitimar la pobreza y la dependencia, puso sobre esas ropas masculinas y económicas las joyas que ellas jamás habían soñado.
Brillantes, elegantes, principescas, legitimó sus perlas falsas y cadenas doradas y con poco las vistió de alta moda. La "bijouterie" de Cocó completó un atuendo por demás sencillo e incoloro y democratizó la aristocracia, colocando a las mujeres en el mejor lugar: ahora todas eran tan femeninas como siempre pero sorprendentemente poderosas.
Cocó les dió las alas que necesitaban: las liberó de la ropa ajustada, les puso lo que había de cómodo en el ropero, camisa, traje sastre, pantalones... dejó sus manos libres colgando sus carteras a los hombros, y por sobre todo, las hizo sentir bellas y seguras.
Gabrielle Chanel, la huerfanita que mendigaba cariño, la última entre todas, en vez de legitimar la pobreza y la dependencia, puso sobre esas ropas masculinas y económicas las joyas que ellas jamás habían soñado.
Brillantes, elegantes, principescas, legitimó sus perlas falsas y cadenas doradas y con poco las vistió de alta moda. La "bijouterie" de Cocó completó un atuendo por demás sencillo e incoloro y democratizó la aristocracia, colocando a las mujeres en el mejor lugar: ahora todas eran tan femeninas como siempre pero sorprendentemente poderosas.
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