Tarde o temprano, todo lo latinoamericano viaja al Viejo Mundo y vuelve de él con un halo de prestigio y más glamour. Igual que el chocolate, maíz o la stevia, el poncho era algo autóctono, pintoresco y popular, una prenda aborígen que durante la colonia constituyó parte de la vestimenta cotidiana y mestiza de los colonos españoles.
Con la revolución industrial en Inglaterra, nuestras preciosas lanas de vicuña y llama fueron llevadas a Gran Bretaña e hiladas en ponchos por los telares británicos: el sólo hecho de venir del otro lado del mar elevó su categoría y los hizo prenda de distinción social en la urbe colonial.
Poncho Patrio: así se lo llamó cuando formó parte de la indumentaria militar a partir de 1820,
como abrigo del Regimiento de Dragones.
El poncho devino tradición rural y militar: abrigo, impermeable, cobijo y techo del hombre en su andanzas al aire libre.
Lentamente y tras varias oleadas tendencieras el poncho fué revalorizandose... Durante los tardíos sesenta fué en estos lares parte imprescindible de un revalorizado gaucho look. Hasta que a comienzos de la década siguiente se convirtió en el distintivo del movimiento hippie local, dejando flamear orgullosamente los colores y las guardas originales de las culturas propias de su lugar de proveniencia.
Por esos años, la cantora Mercedes Sosa llevó por todo el mundo,
durante sus presentaciones, un poncho tan tucumano como ella misma.
durante sus presentaciones, un poncho tan tucumano como ella misma.
Una de las últimas reinterpretaciones de este clásico:
sweter-poncho, amplio rectángulo tejido en lana con mangas.
Poncho-cardigan muy sofisticado: guardas pampa, ribetes y trabas de cuero
A dos agujas, con torzadas grandes y pequeñas, capucha y trabita de gamuza
para que no se deslice por los hombros
Poncho en lana tejida pasado por encima del hombro, a la usanza gauchesca, por Missoni
Singular reinterpretación de las guardas de un poncho, por Kenzo
A juego con el sweter, largo poncho de lana volcado hacia atrás sobre el bleiser de terciopelo,
por Ralph Lauren.
¡Poncho de gala! por Lanvin.
A juego con la minifalda, el poncho completa un conjunto actual y muy chic
Ponchito de lana tejida con guarda quechua, por Zara
Puesto a la manera tradicional, volcado sobre uno o los dos hombros hacia atrás, sujeto con un cinturón, más corto o más largo, en distintos materiales y con o sin flecos, cuellos, bolsillos, broches agregados al sintético modelo original... el poncho fué reinterpretándose aquí y allá en distintas versiones que lo hacen un todo terreno y a la vez un clásico.
¡Sí, ese práctico trozo de textil andino, rectángulo o cuadrado con su tajo en el centro por donde pasar la cabeza, cuyo nombre es apenas una castellanización de la voz quechua punchu, se ha convertido ahora en una glamorosa prenda multiuso que nadie se atrevería a cuestionar!
Poncho teen: corto y de larguísimos flecos, en contraste sobre los leggins
y las zapatillas deportivas... Tan versátil que merece llamarse clásico ¿no?