martes, 24 de mayo de 2011

El mundo creativo de Tony Duquette.

Llamarlo solo diseñador de joyas sería mezquino. Tony Duquette dedicó su vida a una creación artística que lleva a la fantasía a su máxima expresión.



Diseño de vestuario para Camelot, obra por la cual ganó su Primer Premio en Vestuario

Mundano, refinado y excéntrico, fue además de un incansable promotor de las artes decorativas, pintor, escultor, orfebre, escenógrafo, vestuarista, diseñador de interiores y de jardines.


Una escultura de materiales reciclados en el jardín de su casa Sortilegio, hecha con materiales reciclados. Véase el motivo radiado de muchas de sus joyas en los adornos de este personaje.


Gazebo armado en base a astas de ciervos, en el jardín de su casa.


"La visión encantada", una conferencia de tres días que dió en 1970 en los Angeles, no solo lo catapultó hacia la fama sino que fue un suntuoso credo artístico.Tony Duquette nació en los Angeles en 1914 y su madre, una violoncelista británica, le enseñó a ser libre. De pequeño gustaba crear marionetas y jugar con ellas. Veinte años despues lo descubrió Elsie De Wolfe Mendl, la árbitro internacional del gusto. Terminada la segunda guerra para la cual se enroló, la pareja Mendl lo lleva a Europa y lo introducen a sus amigos del continente.


Interior de su casa en Los Angeles, decorada al modo de un palacio veneciano, donde se observan muchas de sus creaciones: pagodas, secretaires, y la araña de luces, una verdadera alhaja que pende del techo, confeccionada por él con todas las técnicas que conocía de la joyería.

Comenzó a trabajar como free lance para los entonces conocidos decoradores William Haines, James Pendleton y Adrian. En 1949 se casó con la actriz Elizabeth Jhonstone, haciendo pie definitivamente en Hollywood. En la industria cinematográfica lo apadrinaron Vincent Minelli y Arthur Freed y es parte de la ambientación , el vestuario y el éxito de muchas películas.


Interior de la casa de Elizabeth Arden

Duquette crea su propio negocio en 1949, ambientando desde entonces lugares de esparcimiento como clubes de lujo, nightclubs y megatiendas como la de Elizabeth Arden.
En 1951 tuvo la fortuna de exponer individualmente en el Museo del Louvre, y a su regreso en Los Angeles County Museum of Art, que inició una larga serie de exposiciones en distintas ciudades de Estados Unidos.
Con una fama ya muy bien ganada, durante las décadas del ´60 y ´70 continuó trabajando en distintos paises del mundo: Alemania, Austria, Irlanda, Francia, y en América del Sur y Oriente.



Sus famosas pagodas, actualmente muy popularizadas en el gusto norteamericano

En 1979, inaugura su propia fundación patrocinando muestras y conferencias sobre artes decorativas.
Sus diversas viviendas mostraron su riqueza expresiva, su interiorismo de alta rango y su pericia como joyero, que salta a la vista en la construcción y belleza de sus lámparas y sus tapices-joya, así como en muchos de los adornos de mesa que confeccionó.


En el fondo de esta habitación puede verse uno de sus tapices-joya


Una de sus arañas, muy vendida en los ´70s.

La extraordinaria casa que Duquette construyó en Beverly Hills, Downridge, es actualmente una sede para la promoción del diseño y el sitio de muchísimas campañas publicitarias ligadas a la moda.
Murió en 1999 luego de una vida de premios y honores.

sábado, 21 de mayo de 2011

Las piedras de Tonny Duquette: talismanes de poder.

Broche en hueso, zafiro, corales y esmeraldas

Excéntrico, versátil, capaz de mezclar estilos inconciliables, nada para él fue demasiado. Los prints de leopardo junto a las vetas de la malaquita, los brocatos franceses con las pagodas, el rojo y todo lo que de China podía inspirarlo junto a los enfoscados y las pinturas de los techos venecianos, todo eso esta allí, más las maravillas del mundo natural: corales, huesos de peces o animales, conchas marinas ... combinado, reciclado, potenciado para mostrarnos el esplendor de la vida en su multiplicidad.
Tony Duquette gustó del estilo oriental y del Luis XVI, pero el barroquismo y el exceso fueron su tierra fértil. Todo lo que diseñó fue recargado, colorido y adornado sin caer en lo vulgar.

En su joyería super grande, la malaquita fue una de sus piedras preferidas, además del lapizlázuli, el cuarzo rosa, los corales, el amatista y el ónix. Hay mucha plata enchapada en oro, piedras semipreciosas muy coloridas y gemas exóticas.

En cuanto a las formas, flores, ramas y animales conviven orgánicamente, mientras la geometría es dominada por poderosos soles y sucedáneas figuras radiadas.

Broche de oro, cuarzo y citrino

Así simboliza Duquette la riqueza en sus manifestaciones: fuerza espiritual, integridad y amor. La magia está presente en toda su obra, creada según él al añadir al arte el elemento natural . Vemos por ejemplo aquí abajo una mariposa de oro, turmalina, piedra lunar, apatita, aguamarina y diamante.




Broche de oro que forma un corazón de diamantes y granates

Por eso, sus joyas podrían asociarse a ciertos conjuros, mandalas o ex-votos religiosos que se usan para invocar o atribuir cualidades beneficiosas. Quizás con esta clave, en Abril de este año se organizó una exposición en Bonhams y Butterfields, Los Angeles, llamada "Talismanes de poder".
He aquí un collar bib en multizafiros engarzados con oro 18 kilates, que se asemeja a una pechera o cuello de una vestimenta ritual:




Uno de los collares diseñados para la Duquesa de Windsor

Allí hubo 135 piezas, algunas que él había regalado a entrañables amigos, otras donadas por su mujer y por personalidades del jet set, y otras diseñadas especialmente para la duquesa de Windsor. En todas se percibe el mismo espíritu místico: ellas representan una especie de portal a esa buena fortuna que también de algún modo signó su vida, tan poliédrica y transversal como sus diseños.


Brazalete en amatista rosa y verde, oro, diamantes y aguamarinas azules

Hutton Wilkinson, su colaborador y socio desde 1972, organizó la muestra, y es también quien quedó a cargo de la empresa y continúa reproduciendo las joyas para su venta en las tiendas estadounidenses Saks.


Hutton Wilkinson, mostrando reproducciones de las joyas en en la tienda Saks.

Coral, oro, perlas tahitianas


miércoles, 18 de mayo de 2011

De inspiración victoriana... las gargantillas.


Si no son sensuales, las menos dotadas son por lo menos románticas. Tan cerca de las orejas, o allí debajo del mentón, apuntando al hueco entre las clavículas, marcando los hombros y haciendo eco al brillo de los ojos. Y al bajar la cabeza señalando la nuca... jamás dejan de insinuar la infalible zona donde un beso sucumbe a la anatomía. Así es que las gargantillas son un bello y luminoso marco para el rostro pero también una poderosa arma de seducción.


Colorida "cinta" tejida de cristales. Se sostiene con un moño transparente que cae sobre la espalda.

Las damas victorianas utilizaron gargantillas pues les estaba vedado mostrar sus atributos naturales, de modo que sus cuellos y todo lo que allí llevaran cobraron una importancia relevante. Fueron clásicos los dijes o camafeos colgados de una cinta. En ese momento un nuevo engarce que dejaba ver los lados de las piedras preciosas revolucionó la joyería: dejaron de fabricarse las elaboradas filigranas que eran el gran adorno de estas piezas que comenzaron a alivianarse con sus engarces "araña", de seis patitas..


Moderna gargantilla que reinterpreta la tradición eslabonando camafeo tras camefeo. La versión es totalmente subversiva, ya que para estos dijes donde dominaban la claridad y los colores pasteles, aquí predomina el negro.

Las gargantillas de hoy se parecen en mucho a las de antaño: interviene en ellas, junto a las técnicas de joyería y de bijouterie, una importante factura textil (bordado, tejido, costura).


Sucesión de flores de gasa y brillante pedrerío en esta gargantilla para Valentino.

Muchas veces el tiento del que se sostiene el detalle central suele cobrar el valor de una pequeña obra de arte y muchas veces, la gargantilla llega a ser apenas una hermosísima cinta atada al cuello.



Aquí, una cinta de encaje francés con cristales color rubí que acentúan el caracter sensual de esta bijou.

Otras gargantillas actuales combinan sus características de textil y bijou de tal modo que envuelven el cuello hasta transformarse casi en otra prenda de vestir.


¿Gargantilla o cuello? Victoriano hasta la médula, sutil envoltorio de plumas blancas "sujetado" con una cuerda de pasamanería tejida en torno a una tira de tela a juego con el vestido.

 

Esta gargantilla entre romántica y ultramoderna está confeccionada con una tira de cuero blanco e importante fornitura de strass.

 

Lanvin y Chocker dieron a esta gargantilla de strass alto contraste con aires decó.