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domingo, 3 de febrero de 2013

Máxima, la "holandesa" casual-chic.

 
¿Cómo están? ¿Tomadas como yo por la noticia de la semana?
Estaba pensando en otros temas pero no puedo sustraerme al aluvión sobre Máxima Zorreguieta. Por estos lados las princesas y casas reales no gozan de tanto prestigio y beneplácito popular, pero Máxima es argentina, y esa es "la" noticia: una argentina será reina de Holanda.
"Sencilla, simple, siempre elegante y fresca...", así la describen los holandeses. No en vano su rostro es la portada de un libro de reciente edición sobre la forma de vestir de las mujeres de la Casa Oranje.

 

¿Cuan argentina es la princesa todavía? Estudiemos su estilo -me dije-. ¡Y tuve todo el fin de semana para ello! Empecemos entonces.
Ultra argentina, Máxima jamás, jamais, never usa lo que no le queda bien: conoce al dedillo su figura, qué destacar y qué ocultar.



Miren su cintura: siempre marcada (las malas lenguas dicen que es la más corpulenta entre las princesas) Nunca sus escotes son al ras del cuello (darían prominencia a su rostro grande) Así destaca su busto mientras se ve muy femenina.

 

A cambio, tiene un gran porte que le permite cerrar sus looks con accesorios y sombreros. Puede llevar una pamela sin empequeñecerse, así como grandes bolsos, chales y collares -que Máxima no desprecia y elige muy bien-.

 
¡Impecable! Pelo, escote, cintura, zapatos, broche, aros, bolso: 
todo sin parecer recargada (otra especialidad argentina)
 
La princesa de Holanda tiene aquí dos diseñadores top: Benito Fernandez (mayormente vestidos de fiesta) y Graciela Naum, una experta en estilo casual que siempre aconseja no comprar conjuntos sino piezas sueltas por sí mismas importantes, que según se combinen varían dando personalidad al outfit.
Convengamos que Máxima parece seguirla a morir: es muy difícil verla con looks enterizos y cuando combina colores, ropa, accesorios... ¡queda genial!


Se destaca por sí sola esta pollera tubo, que podría ser de cuero charolado. El cambio del gris opaco del sweter (su cuello "buche" le da más presencia) al brillante de la falda es el "pequeño detalle" que hace "la gran diferencia": de algo trivial a algo muy, muy chic. La combinación del gris topo con dorado -notoria en la pulsera- es otro acierto. ¡Muy bien!

 
Aquí, la princesa by Naum.
Negro y sus posibilidades: adorado color de las argentinas.  
 
Los zapatos son otro de sus must. (Convengamos que Argentina es el país de las vacas y aquí el cuero no es un material privativo. Los genes nos empujan hacia las carteras, los zapatos, las camperas de gran calidad)  La princesa lo lleva aún en prendas de vestir, muy al gusto nacional: para descontracturar y aliviar la formalidad sin perder elegancia.
Por eso también suele usar bijoux en vez de joyas. Esto refresca sus outfits, porque un toque de bijoutería te hace moderna, original y vistosa sin lujo. Argentinísima, a Máxima no le gusta la ostentación.

 
 
 Miren sus aros naranja y amarillo limón, su pulsera ancha a juego. ¡Sería imposible con joyas una combinación tan acertada e informal de vestido y accesorios!
 
 
 
 
Cuando anda de visita por aquí, jamás deja de darse una vueltita por Fahoma (tiene las bijoux más originales, finas y a la vez artesanales que se pueden ver en Buenos Aires, hermosas piezas totalmente hechas a mano)
 
 
Dos broches-araña muy chic y artesanales. 

Por último, como para tantísimas mujeres de acá, para "la princesa despeinada" el pelo es una arma de seducción. No lo sujeta y lo deja al viento o dispuesto al libre contacto de los dedos. Igual que las argentinas lleva su pelo largo -nunca demasiado-, suelto y brillante.

 
El elegante tailleur negro obliga a mayor formalidad. El broche gigante lo moderniza mucho; tanto como el peinado que si bien es recogido, deja muchos mechones sueltos (otro truco que nos encanta a las argentinas para restar formalidad al trabajo del peluquero)
 
Conclusión: cumpliendo al pie de la letra los ítems de elegancia europea, Máxima nos deja a las argentinas muy bien posicionadas en los rankings de chicismo, y conserva absolutamente la esencia de nuestro modo de vestir. Para mí aprueba con un sobresaliente el test de argentinidad. ¿Qué opinan ustedes? 
 
 
 
 

 

lunes, 16 de abril de 2012

Mega peinetones rioplatenses versión Pablo Ramirez.


Aquí no se usó sombrero: las damas usaban sus cabellos recogidos con hermosas cintas, flores, pinches... y compitieron en cuanto al ancho de las peinetas que sostenían sus mantillas, jubones y rebozos: cómo se cubrieran la cabeza era cuestión de clase social.


Antiguo peinetón de carey



Según las crónicas virreinales llegaron a medir hasta 1.20 m. de ancho, y los chistes del momento lo muestran desmedido. Lo cierto es que hubo una tendencia que distinguió entre las peinetas latinoamericanas, los mega peinetones rioplatenses

Casi vintage: cuatro formas de llevar peinetón y rebozo.

Habían llegado a América con los españoles, pero hacia 1823 se establecen en Buenos Aires cuatro fabricantes. El más hábil de ellos, y de lejos el mejor comerciante fué Manuel Masculino, autor de  peinetas que me arriesgaría a afirmar las "más anchas del mundo".
Labradas en una sola pieza de caparazón de tortuga, o sobre ostras gigantes o en falso carey o plata, y con incrustaciones de piedras semipreciosas o nácar, los prestigiosos peinetones llegaron al máximo de su esplendor durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, alrededor de 1830 y por cuarenta años más.


Pintura que muestra cómo se componía un estético tocado con peinetón y mantilla.

El color insignia de su gobierno, el rojo, se llevó al lado en forma de moño o flores, como se ve aquí.
Los peinetones llevaron incluso consignas políticas a favor o el retrato del gobernador, de manera que cuando éste cayó, se hicieron demodée y rápidamente pasaron " a retiro".


Esa es la historia. Hasta que al cierre del último Bafweek 2012, vino el esperado desfile del argentino Pablo Ramirez, un diseñador que logró transformar la identidad de Buenos Aires en tendencia y moda urbana mediante el reconocimiento de nuestras influencias y costumbres. Su inspiración esta en el gaucho, el tango, el Buenos Aires colonial y las corrientes migratorias que poblaron estas tierras durante el siglo pasado.


Sorprendió esta vez con influencias flamencas, gallegas y de las corridas de toros, y por supuesto, el peinetón, que fue tendencia en la Buenos Aires colonial, volvió con gloria a la pasarela.


Porque convengamos que estas modelos estan super glamorosas con peinetón, mantilla y guantes de cuero. 

martes, 10 de abril de 2012

El fileteado porteño se sube al cuerpo


En la ciudad de Buenos Aires hay un arte popular nacido de la mágica e intensa fusión de culturas que se dió y tuvo su mayor logro en el tango. De la misma época y la misma extraña y generosa mixtura está hecho el "filete porteño".



Su nombre habla de un hilo, filo o filete, posiblemente copiado de los "carretos" sicilianos, que decoró y fijó para la memoria esperanzas y logros en textos con rima o los mitos de esta tierra, enmarcados todos por alegres líneas curvadas, enroscadas, entrelazadas y sombreadas.
A medida que los filetes se fueron incorporando a los carros tirados por caballos o a los transportes colectivos que se empezaban a fabricar aquí, el fileteado de las carrocerías se afianzó e incorporó muchos más elementos decorativos.

Este "escarabajo" de Wolkswagen "vive" en Buenos Aires.

De las fachadas art-nouveau que por los años 20 comenzaban a embellecer la ciudad vinieron los motivos vegetales y flores de cinco o cuatro pétalos. Y también hubo letras cursivas o góticas, que todo el mundo leía, porque su caligrafía ornamentada era conocida y jugaba bien con el llenado excesivo de las superficies. Hubo filetes engrosados que terminaban siendo banderines, banderas o cintas argentinas. Y hubo símbolos de la fuerza masculina, como caballos o dragones -que parece fueron tomados del friso superior del teatro Cervantes-.



Y hubo hojas de acanto, cornupias y diamantes. Y hubo vivos colores sicilianos con mucho dorado y el celeste y blanco argentino... bandoneones y retratos de Gardel... o de santitos autóctonos como la virgen María, la difunta Correa o el gauchito gil.

Isabel Sarli, actriz argentina y musa de las fantasías sexuales de toda Latinoamérica

Todo eso hubo, inmerso en una tiránica y ordenadora simetría.
El apogeo fué un poco antes de que en 1970 la escultora Esther Barugel y su marido el pintor Nicolás Rubió organizaran en la galería Wildenstein una muestra con los paneles que habían sido parte de esos primeros carros tirados por caballos. La exposición fué un éxito, e hizo que aquello que estaba incorporado al paisaje cotidiano de los porteños empezara a ser mirado como un valioso producto cultural.

Botellitas que fueron obsequio durante una convención internacional de ejecutivos de la bebida.


En 1975 una disposición municipal prohibió los fileteados en las carrocerías y luego cerraron o casi las fábricas de colectivos, el pueblo no tuvo dinero para comprar camiones, y el filete fué desdibujándose en la ciudad. Sólo perduró en la cartelería de bares y almacenes.
No obstante, una generación de artistas pop ya había tomado nota y el fileteado se incorporó a numerosas obras.




El auge actual del tango y quizás también de los tatoo y el body painting, pone ahora en la calle y en los escenarios un fileteado menos rígido y más sensual, un fileteado que se transforma en memoria en movimiento, hecho en el cuerpo. Encarnado.




Artistas populares con sus cuerpos "fileteados"


Filete de Bicentenario.

En un desfile realizado con ocasión del Bicentenario

martes, 13 de marzo de 2012

El vestidor de Eva Perón o un uso político de la imagen femenina

¡Hola! Ya estoy casi bien y pensando distraída, cuando la detective fashionista encontró esta noticia que no queremos pasar por alto: el jueves 14 de marzo, en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, reabren la habitación que entre 1946 y 1952 fuera ambientada para Evita como su vestidor ( un homenaje por el Día de la Mujer).


 No es necesario decir quien fué ella.  Nada aminora la importancia de su figura de mujer capaz de emerger desde las capas más profundas de la pobreza y la discriminación ni su trayectoria de gigante activista política. Oriunda de un pueblito de campo, hija junto a cuatro hermanos más de la pareja irregular de Juan Duarte, era ilegítima por ley. Pero Eva no sólo superó el peso de esos orígenes sino que fue la avanzada ideológica del movimiento de masas más formidable del siglo 20: el peronismo.
Quizás el dolor acumulado y su gran sensibilidad hacia la condición de los pueblos de América del Sur ( y su propia condición) hicieron de ella la "líder espiritual" del partido político Justicialista.


 

Aunque deseo hablar de lo que pudo significar ese vestidor de Evita ubicado al lado del salón más fastuoso del edificio donde funcionara por unos años su Fundación.
El vestidor estaba ubicado al lado del Salón Dorado donde Evita acostumbraba aparecer en público. Los dos años anteriores ( 1943-1945) había sido usado por su marido Juan Perón como despacho personal.
Ya traté en otros post el significado de los vestidores femeninos. Pero aquí el vestidor excede absolutamente ese espacio íntimo y personal de autoreconocimiento y se coloca como antesala del escenario social y político más productivo de  Argentina a mediados de siglo.
En consonancia con las opuestas versiones de los mitos que rodean a esta gran mujer, se habló y se sigue hablando de lo hermosa o de lo frívola que era la señora Eva Perón al vestir alta costura francesa y enjoyarse.


Tan contradictorio parece que hay quienes la ven bizarra: una joven que vestía ropas costosas, hermosos tacones y cuidadosos peinados para una tarea que otros hubieran considerado "menor" o de "trinchera",  rodeada de pobres y necesitados todos los días, desde las 8 horas a las 3 o 4 del día siguiente, en su Fundación, un lugar construído con todo el boato de que eran capaces los ricos porteños: el ex-Palacio Dodero.
Yo prefiero quedarme con lo que dijo de ella Christian Dior: " fué la única reina que vestí", evidencia de que estaba ante una persona única y absolutamente por encima de lo común más allá de su condición original.



Eva en el Öpera House del teatro Colón, vestida por Dior.

"El trabajo que yo hago no es filantropía ni es caridad, ni es limosna ni es solidaridad social, ni esbeneficencia. Ni siquiera es ayuda social, aunque por darle un nombre aproximado yo le he puesto ese. Para mí es estrictamente justicia", decía Evita sin faltar a su Fundación ni un solo día. Casi casi como si ella deseara que los más necesitados tuvieran las mayores compensaciones aunque fuera por un instante y comenzando por su imagen agradable.
Quizás un tanto ingenuamente pero no sin algo de razón, ella decía que si el pueblo conocía el refinamiento, iba a luchar para conseguirlo. Así,  para esa mujer dedicada por entero al cambio social, el vestidor al lado de su salón más público fué cuestión de practicidad y también, una de las expresiones más concretas de su capacidad de subvertir el uso tradicional de la imagen femenina.

La reapertura del vestidor de Eva Duarte muestra cómo aquella mujer que jamás se dejaría empequeñecer ni afear por los prejuicios de la época, fue una pionera de la participación política de las mujeres de clases populares, haciendo activismo incluso con su propia imagen.

Una detallada descripción del vestidor 
Museo Evita, en Buenos Aires 

miércoles, 22 de febrero de 2012

Platería criolla

 

¿Porqué mi país y su río más famoso, el Río de La Plata, tienen como raíz del nombre el del blanco metal?
En el año 1602, el sacerdote y soldado poeta Martín del Barco Centenera, publicó un extenso poema que narraba la conquista del Río de la Plata al que llamó: "La Argentina" (Argentina" deriva del latín argentum, plata).


Un mate que representa al suri o ñandú, ave gigante de la llanura rioplatense. Se trata de un objeto típico, de uso cotidiano para tomar la infusión de agua caliente y una planta autóctona llamada "mate".

No es que el Río de la Plata tenga el color del precioso metal: se creía que este inmenso Mar Dulce, llamado así en 1516 por Juan Díaz de Solís, sería la larga ruta que llevaría a los conquistadores sedientos de riqueza, a esa quimera de un mundo deslumbrante, la Terra Argentea. Esos primeros españoles habían visto a los indios pampas adornados con pulseras "ligien" ( en araucano: de plata) cuya materia venía del sur del Imperio Inca.
Pues bien: la platería criolla resultó del mestizaje cultural. Desde piezas de la liturgia cristiana hasta la vajilla de la cocina, miles de objetos dieron cita a esta afición popular. Sobre todo en la vida del gaucho: hombre y caballo disfrutaron de los brillos de luna que los mapuches vieron en la plata.





La platería precolombina

Para los pueblos americanos el oro y la plata sólo servía a los objetos de culto, eran el espejo de los astros, de la divinidad Inti o sol, de su luz y fuerza fecundante.
México y Perú fueron los dos centros más importantes de orfebrería precolombina. En México se había empezado a trabajar la plata a fines del Antiguo Imperio, alrededor del año 850. Los aztecas labraban sus figuras y elementos rituales en oro y plata, con la técnica de la cera perdida.
El valor mercantil de estos metales llegó con los conquistadores, que vinieron enfebrecidos por el mito del Dorado.


Hernán Cortés en una Carta-relación a Carlos V, dice: “no hay platero en el mundo que mejor lo hiciese. En Tlaxcala hay joyerías de oro y plata y piedras, y otras joyas de plumaje, tan bien concertado, como puede ser en todas las plazas y mercados del mundo”.

La platería del Río de la Plata
En épocas de la colonia, las familias de la alta sociedad utilizaban bandejas, cubiertos, platos y mates de plata.
Pocos datos se han podido encontrar sobre los primeros plateros en el Río de la Plata, pero hay documentos de épocas tempranas. El primer platero llegado a estas tierras en el siglo XVI fue el andaluz Juan Velásquez, platero y pintor, que vino en la expedición de Don Pedro de Mendoza.
A principios del siglo XVIII los plateros censados en la Ciudad de Buenos Aires eran 15; a mediados del mismo siglo se contaron 25.







Un curioso instrumento de caza, las boleadoras, con su adorno de plata repujada. Se trata de tres pesadas bolas de madera o hueso sujetas por cuerdas en tripa trenzada que se daban varias vueltas por encima de la cabeza, en el aire, y luego se arrojaban con fuerza hacia las patas y hacer caer a unos gigantescos y veloces bípedos pampeanos llamados "ñandú". 



Cuando se impuso cierta laxitud en las creencias y los plateros extendieron su aarte, en principio reservado a la decoración de altares,


También así se hicieron las cabezadas, bozalejos, fiadores, pretales y hasta el cabestro y las baticolas, o sea, los distintos adminículos necesarios para ensillar un caballo. Conclusión: el uso cotidiano y la costumbre generaron una copiosa producción artesanal conocida como “platería criolla”.


crearon utensilios hogareños y piezas para la cabalgadura. Entonces las clases populares adoptaron la plata para adornar los aperos del caballo: fustas, espuelas, cuchillos, dagas, facones, rastras, hebillas y otros accesorios, realizados en plata cincelada. Hay incluso riendas hechas enteramente de mallas de delgadísimos hilos de plata, imitando los más finos trenzados de tiento de potrillo.

Por ejemplo, este curioso “cinturón o faja”, abrochada a la cintura y compuesta por un medallón central y cadenas de eslabones a ambos lados. Allí sobresalen las monedas de oro y plata, que aumentaban el peso y el valor de la rastra.

El estilo de la llanura


Moderna bandeja de alpaca martillada, con manijas de asta de vaca.

La antigua platería pampa es ingenua, simple y bastante rústica, fruto de la precariedad y la falta de aprendizaje metódico de los primeros "gauchos". Su estilo, llamado de la llanura o estilo pampa, presenta decoraciones geométricas, líneas simples a menudo simétricas y repetidas o alternadas. Para las formas definidas, los plateros usaron el recurso de líneas y puntos trabajados con burilado a flor de agua, así representaron la flora y fauna del lugar y los símbolos de su cosmovisión. Solamente en algunas piezas aparecen calados y recortes.


Actualmente, las joyas de plata se combinan con engarces de rodocrosita, esa particular piedra de color rosa rojizo se encuentra solamente en el territorio argentino.

Hay en Buenos Aires dos lugares donde pueden verse las más espléndidas piezas de platería criolla: el Museo de Arte Popular José Hernandez y en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernandez Blanco






En Buenos Aires, pueden verse importantes colecciones de platería criolla en el Museo Etnográfico de Azul, donde sobresalen obras de orfebrería araucana, platería criolla y joyas de la cultura mapuche

sábado, 18 de febrero de 2012

Las majestuosas plumas del carnaval suramericano



Despues de Venecia y de Río de Janeiro, si hay una ciudad donde los carnavales son glamorosos, esa es Gualeguaychú, en Argentina. Su fama es merecida: las comparsas son alegres, coloridas y fastuosas, y la concurrencia acude multitudinariamente al gigantescco espectáculo que se monta en el "corsódromo".



Esta festividad religiosa traída por los colonizadores españoles se vuelve super interesante si consideramos que es quizás la expresión popular más fresca del proceso de sincretismo religioso-cultural que se dió en América a través de la conquista.


El carnaval tomó en estas latitudes formas singularísimas, producto del mestizaje, y se manifiestan en todos sus motivos: carrozas, danzas, letras y música de las comparsas... también, por supuesto, en la indumentaria.



En los disfraces no es difícil descubrir los típicos elementos del mestizaje que a partir de lo que traían los españoles como cultura de la época produjo un riquísimo estilo propio, el  barroco americano: adornos confeccionados con materiales autóctonos que mezclan detalles y técnicas europeas con el gusto y el tono naturalista de las culturas de la selva chaqueña (continuación de la amazónica).


El arte plumario, descollante en la América precolombina, retoma con los carnavales el esplendor que pese a la asimilación colonial nunca perdió del todo, convirtiendose a la vez, como todo el barroco en América, en una formidable expresión de resistencia cultural.
En los vestidos es posible también ver detalles propios de los atuendos de los aborígenes amazónicos y andinos: anchos brazaletes y tobilleras, tientos y adornos confeccionados con pieles de felinos, e impresionantes tocados de plumas, la manifestación más fabulosa del arte plumario precolombino.

   
Muchos trajes se completan con alas como las que se observan en las antiguas pinturas de los ángeles arcabuceros, raras criaturas religiosas de la Conquista, mezcla de figura protectora y guardián armado pintada con ropas cortesanas, alas y arcabús, que vemos en las capillas e iglesias que salpican el camino hacia el Alto Perú.



Observando bien, pueden descubrirse en el traje de la bailarina muchos de los elementos presentes en esta antigua pintura  ejecutada por manos indígenas: las alas, el cuello ancho y envolvente, los adornos de volutas doradas, el tocado de tres grupos de plumas, las guardas de las enaguas y las puntillas... un mestizaje intenso y riquísimo puesto en valor por las fiestas del carnaval.


Los ángeles arcabuceros fueron aceptados porque todo ser alado o venido del cielo era venerado en las culturas originarias americanas. Entonces, las plumas son un elemento del sincretismo religioso hispano-americano que toma su sentido del vuelo de los dioses ancestrales, y las espirales y volutas les otorgan el sostén y marco barrocos.


Igualmente típicos del barroco americano son las profusas ornamentaciones con figuras de la flora y fauna oriundas que aparecen en trajes, carrozas y tocados.

  



Las fotografías son impactantes, pero lo más grandioso para mí ha sido elucidar y poder mostrarles la imbricación de artes y culturas en una manifestación absolutamente vigente de la vida popular.