domingo, 10 de marzo de 2013

Las huellas del barroco americano en Argentina (1)

 

 

  

Aquí lo llamamos a secas "estilo colonial", pero esta estética no es sólo la de un trasplante. El barroco llegó a América con la conquista y tomó características tan peculiares que merece sitio propio.
A diferencia del barroco en Europa, el nuestro fue fruto de múltiples transacciones entre la resistencia de los pueblos originarios y las imposiciones españolas. Fue un producto cultural de una singularidad que hoy reconocemos como Barroco Americano. Mi interés por él es el de reconocer entre sus múltiples formas presentes en nuestro entorno, huellas del mestizaje, importantísimo proceso y pieza fundamental e incuestionable de la identidad latinoamericana.

 
Patio de la casa del escritor Ricardo Rojas. Es copia fiel de la "Casa de Tucumán" (en la que se declaró la independencia del Virreinato del Río de La Plata) al punto que permitió su reconstrucción luego de que fuera demolida.
 

El barroco en América fué parte de una militancia religiosa que se proponía persuadir de sus verdades; su objetivo era la conquista espiritual, o en términos más actuales, una verdadera trasculturación. Pero su interpretación no sólo requiere una mirada histórica, sino una mirada situada, local.
La evangelización de los "salvajes" no fué imposible porque no existía aquí una división entre el mundo sacralizado y el mundo secular, como en Europa: sacralizar el territorio con cruces, vías sacras, montes santos y otros mecanismos coincidía con aquellos que antes de la conquista utilizaban los pueblos originarios para marcar sus caminos y sacralizar sus lugares ceremoniales.


Pórtico de la Iglesia de San ignacio de Loyola, en la Provincia de Misiones, Argentina



Una de las creaciones más originales de los eclesiásticos, fue sin dudas las fachadas-retablo de las iglesias (impúdicamente construidas sobre los templos aborígenes). Gracias a ellas los atrios fueron la manera de lograr un público que  no entraba voluntariamente al templo.
El atrio se amplió, tuvo paredes laterales, imágenes, y se transformó en un gran altar de frente a una plaza-iglesia abierta, al aire libre. Algunas de estas fachadas-retablo tuvieron varios pisos, para que desde lejos se viera al sacerdote dando misa.

 
Convento de san Bernardo, Provincia de Salta, Argentina. Sobre la puerta lateral, que da a una gran explanada en la calle lateral a la Plaza mayor, se vé un retablo con imagen femenina y la cruz.  
 
 


Fachada-retablo de Santa Catalina de Siena, misión-estancia jesuítica ubicada en Alta Gracia, Provincia de Córdoba, Argentina.

 
Pero la estética barroca convivió con métodos medievales: el territorio americano fué el imperio del miedo, los abusos y la tortura.
Una figura propia del barroco americano fueron los ángeles arcabuceros, "persuasivas" figuras españolas aladas y armadas con arcabuces o espadas.



Angeles arcabuceros de la Iglesia de Uquía, Provincia de Jujuy

Podemos ver en ellos "señores" vestidos según usanzas del siglo XVIII blandiendo armas bien visibles.
Por otro lado, los españoles escaseaban en artesanos, porque consideraban indigno vivir del trabajo de sus manos, de modo que iconografía, técnicas y materiales fueron necesariamente mestizadas produciendo un barroco profuso en imágenes de la naturaleza y en un vivo uso del color.
Así, los artesanos indígenas gozarán de favores inesperados y lograrán abrir tiendas de sus artesanías en torno a las "plazas mayores", tal como hoy se ven en todos los pueblitos que jalonan el camino hacia el "Alto Perú".

 
 

Pero los elementos indígenas de nuestro barroco no están presentes sólo en los elementos decorativos, sino también en una memoria de tradición oral, que acondicionó los rituales católicos a los rituales autóctonos. Así el trazado urbanístico del espacio no impedía rememorar en actos el antiguo trazado indígena, cuyos contenidos simbólicos no eran perceptibles a los españoles pero continuaron vivos. Su racionalidad se articuló sincréticamente con la de los conquistadores, resultando en un tiempo y una eficacia morosos, que alterarán la dinámica colonial.

 
 
Venta callejera en Tilcara
 
 

Locales de artesanos frente a la Plaza Mayor de Purmamarca.
 
 
Purmamarca. La misma esquina al fondo, con el cerro Siete Colores.
 
 

Venta de artesanías y cafetería
 

Interior del taller de un alfarero. No es necesario mencionar la belleza de las piezas zoomórficas, tradición de las culturas andinas.
 


Taller de un platero. Marcos de alpaca repujada
con motivos barrocos americanos en primer plano.


 Tientos y monturas en cuero y plata (una combinación muy nuestra)
cuelgan en el taller del talabartero 
 
Quienes vivimos en Argentina podemos notar un hilo de continuidad cultural con esta arquitectura y estas artesanías y el modo de exponerlas y venderlas, que se extiende a las grandes urbes y todos los hogares.
Con ese tema continuaremos la próxima, ¿sí? Espero que les haya gustado y despierte tanto como en mí las ganas de saber cuanto de autóctono hay en nuestras costumbres tamizadas por la criba inmigratoria y multicultural.
 

viernes, 1 de marzo de 2013

El barroquísimo 2013 de D & G al detalle

Antes de pasar al barroco americano, -tal es mi intención- quedé tildada de algunos detalles muy originales en la colección Dolce & Gabbana. Ellos han logrado no limitar sus últimas colecciones a lo que tradicionalmente se considera la moda (es visible su aire retro de los años ´60 y la reinterpretación de cortes, textiles  y motivos). D & G han traspuesto sus fronteras hacia la arquitectura, los paisajes, las artesanías y el clima cultural de Italia, y es por eso me parecen tan interesantes para dedicarles un poquito más de atención.

 
Las actualísimas plataformas de los zapatos D &  G 2013 son aprovechadas para reproducir enormes motivos, en este caso de mosaicos bizantinos.
 
 
Un zapato cuya forma es indudablemente de los años ´40, pero los filos del taco son tratados aquí como en la arquitectura, mientras que la combinación piedras terciopelo remite a la indumentaria femenina de Bizancio.
 

El punto cruz sale del área tapicería para "subir" a los zapatos de damas y... ¡caballeros también!
 
 
¿Antiguos? aros XL (el detalle actual) filigranados.
 
 
 
Los famosos "mosaicos florentinos" que bajaron de las paredes de sus palacios a las medallas y broches, utilizados ahora de a pares en los pendientes.
 
 
 
Bizancio marca, en forma notable, el uso creciente de la orfebrería con incrustaciones y piedras. Vistosas cruces fueron de la mano de su uso en la iglesia, y como se ve, estos dos diseñadores de pura cepa italiana no le temen a sus íconos.
 
 
Aquí, la cruz de orfebrería queda "suspendida" sobre el vestido por una hilera de perlas negras, actualizando así la bijou. 
 
 
 
Las coronas -ícono reservado a la clase dominante, si lo hay- igual que las gigantescas cruces usadas en hábitos monacales, se repiten a lo largo de toda su colección.
 
 
  
Fornituras doradas bordeadas de hilo negro tejido al crochet,
otra de las artes populares que D & G han retomado con alto glamour, reproducen los rosetones que adornaban las paredes de las iglesias.
 
 
 
 
El motivo de los rosetones es retomado para un trendísimo collar
 
 
 
Rosetones en los pendientes también, por supuesto. Pero con pequeños dijes que nos recuerdan todas las supersticiones que conviven siempre junto a la ortodoxia religiosa.
 
 
Relieves y rafia tejida al crochet para la marroquinería pret-a-porter.
 
 

¿Y qué me dicen de los interiores, eh?
 

 
 Excelente marroquinería pret-a-porter, ¡en punto cruz!
 
Unos maestros para ir bajando paulatinamente el tono de la colección, llevarla a la calle y también a los hombres, además de reutilizar materiales autóctonos y de rezago mientras dan trabajo a artesanos que no contaban con la industria de la moda como fuente de divisas ¿no?
 
 
 

martes, 26 de febrero de 2013

D & G, la identidad en acción

 

La identidad es mutante, viaja. Un día somos varón o mujer, o algo que está entre estos polos, otro día nos definimos como ciudadanos de un país o fieles de una religión, a veces recordamos que fuimos estudiantes de una universidad... o pobladores de tal ciudad. Somos los mismos pero no estamos hechos de una sola pieza. Y las piezas se van encastrando de distintas maneras... ¿No creen?



Las colecciones 2013-14 de Dolce e Gabbana lo atestiguan así. Continuan explorando y explotando la riquísima identidad y cultura italiana. Devoción, que así se llama la colección, reinstala junto una abundante joyería religiosa las masculinas gabardinas y tweeds italianos en austeros tailleurs para ellas, los mosaicos de oro de las catedrales bizantinas, las madonnas medievales y los estampados florales para ellos.



El tono barroco y recargado convive con las depuradas líneas de los años 60 sin que nadie pueda decir que los diseños D & G se desdibujan o carecen de personalidad o estilo. Todo lo contrario: en ellos se puede ver a la Italia de siempre junto a la de postguerra con ojos de hoy.



 
 

Un gran acierto de esta colección son los bordados en pedrería imitando los mosaicos de las catedrales bizantinas, los accesorios plagados de íconos religiosos y paganos, los estampados que reinterpretan en clave actual el tesoro cultural de la iglesia católica...


Y aunque cada modelo podría ser un top de la Chanel más bizantina, los diseñadores Dolce e Gabbana vuelven a darnos una lección de identidad en acción, ¿no lo creen?

Más sobre los D&G y la identidad italiana: click aquí

viernes, 22 de febrero de 2013

Buenos Aires, estilo cafetín



¡Hola! Disculpen la tardanza, quería mostrarles algo de mi ciudad y estuve preparando este post con mucha dedicación. Decidí empezar por los bares, ese sitio donde se refugia, destila y liba la cultura porteña.

 
Café de los Angelitos

Para nosotros, tomar un café con un amigo o amiga suspendendiendo la charla en el tiempo mítico de ese espacio ubicado entre lo sagrado y lo profano del cafetín de la esquina, es mágico, sanador. Los argentinos hacemos culto de la amistad y de las cafeterías, que son los templos de ese culto. Los bares se nos hacen costumbre, querencia y después carne. Amamos los cafetines tanto como a nuestros amigos. Nos molesta no encontrar libre "nuestra" mesa, conocemos vida y obra del camarero que nos atiende día tras día con la misma solicitud, y leemos, estudiamos, arreglamos negocios, hacemos poesía y polemizamos sobre política y economía con la misma pasión que tiene el tango, parte indisoluble del café y su ritual.

 
 
El Gato Negro

Por eso, más allá de las cadenas de cafeterías que llegaron en los últimos años, miles de barcitos y cafeterías proliferan aún como antaño. Algunos de ellos sobreviven a sus primeros parroquianos, a las demoliciones, a los vaivenes económicos y a la desaparición de sus originales dueños. Son  usinas de la vida cotidiana y cultural de la ciudad.

 
El Dorrego

Esos bares que enamoran son los que deseo mostrarles, porque además, mucho de su look ha sido llevado al interior de nuestros hogares, como si quisiéramos prolongar la emoción y el clima que  acompaña ese lugar.


 
 
 
Construido en 1864 y situado en el histórico barrio de San Telmo, El Federal. es el bar más antiguo en funcionamiento de la ciudad. Impacta por su larga barra rematada por un arco de ebanistería (un agregado posterior) estilo art-nouveau que incluye los típicos vitreaux de la época y un reloj, como si las horas importaran dentro de un bar. Las volutas de las hojas de acanto talladas en la madera son un elemento decorativo distintivo del filete porteño y de muchas fachadas de la ciudad.



La Ideal
 
 
 
 La Confitería Ideal fue fundada en 1912. Vemos aquí también la profusa ebanistería, espejos, volutas y múltiples luces propias del art-nouveau. Alli, desde las primeras horas de la tarde, muchas parejas bailan tango envueltas en su encanto decadente y señorial.


 
Uno no tan lujoso pero muy amable que me encanta es El Hipopótamo (arriba). En sus paredes espejadas se refleja la marquetería policromada estilo nouveau que recorre la parte superior de un ala del bar como un friso, y el gran hipopótamo de cerámica blanca que desde arriba de la vitrina sandwichera preside el bar.
 
 
Un detalle de su barra sin originalidades y bastante común en los bares porteños. El hipopótamo en primer plano.

 
Este bar ubicado en Defensa y Brasil, en cruz con el Parque Lezama y frente al Británico, tiene desde sus ventanas las mejores vistas del lugar. También puede vigilarse desde allí  El Británico , una antigua pulpería llamada La Cosechera que por funcionar como punto de reunión para los ex-combatientes ingleses de la primera guerra mundial, fué rebautizado por sus dueños españoles acorde a la clientela. Igual que otros bares, fue refugio de grandes figuras y de grandes discusiones políticas, filosóficas y literarias.

 
 
 
 
Interior del Británico: las mesas y sillas de madera que vemos replicadas una y otra vez en los bares de la ciudad y en  nuestras cocinas y comedores. La barra espejada, el piso en damero, el botellero de marquetería, las grandes ventanas sobre la vereda, son detalles de cualquier otro bar. Al costado, el mostrador art-decó que se ve en la fotografía anterior a esta.

 

De tiempos más modernos pero igualmente icónico es el Bar Bar O Bar  (arriba) cuya onda pop no dejó afuera la tradición.  
Fundado en 1969 por el pintor Luis Felipe Noé como medio alternativo a las grandes y elitistas galerías de arte. Allí se movía todo el ambiente de la plástica más revolucionaria y artistas de otras disciplinas. El bar lleva la impronta de sus obras y de la época, sin perder las señales de identidad de los viejos bares porteños.
A mí me parece fantástico: esta lleno de bohemia, arte y conseva una importante dosis de identidad.
Las siguientes fotografías testimonian su contemporaneidad y cierto "estilo" con que hemos decorado también nuestras casas.
   
 
 
 
Un arreglo que podemos ver en muchos livings de la ciudad: sesensista sillón de cuero tipo Chesterfield, amplia mesa baja de líneas netas y sillas Thonet con antigua marquetería en un edificio ya centenario. Muy, muy, muy chic.
 
 
 
Más toques sencillos y chics en la  barra y el botellero. Sus elementos decorativos son algunos manequíes de propagandas de la época. La acumulación y mezcla de elementos es otra característica hallable en la decoración de nuestras casas.
 
 
En el Bar BAr O el amoblamiento y la arquitectura son similares a quialquier bar de Buenos Aires. Lo único que cambia es que todo este esqueleto esta cubierto por el arte y las ideas de finales de los ´60, comienzos de los ´70. Un ícono de nuestros años dorados.
 
 
 
Las pinturas de muros, techos, vidrieras son de los grandes artistas plásticos del momento. El Bar Bar O fue la cita obligada de la bohemia revolucionaria.
 
 
¡Tendría tanto más para mostrarles, pero no quiero abrumar a nadie! Como decía mi abuela: 
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